
Los Parra volvieron desde Europa los años previos a la campaña de 1964, instalándose en la que era la casa del pintor y cantor a lo pueta' Juan Capra; en el viejo sector del centro de Santiago. Éstos chiquillos llegan a transformar el lugar en un taller de artistas, que luego toma sus propios colores y llega a ser una verdadera academia de la canción y la artesanía.
Se pintaron de blanco las paredes y poco a poco los visitantes tomarían la costumbre de escribir en ellas, hacer dibujos o dejar sus firmas. Se colgaron redes de pescadores desde los techos, dispusieron mesas y sillas de totora, derritieron velas sobre las botellas gorditas de vino Undurraga, pusieron sobre las mesas ceniceros de conchas de locos y se carpintereó un pequeño escenario frente a éstas. La peña se abrió al público en julio de 1965 y fue, poco a poco, convirtiéndose en uno de los polos culturales más importantes de toda América Latina. Allí cantaron Violeta Parra y sus hijos Ángel e Isabel, Víctor Jara, Rolando Alarcón, Roberto Parra, Patricio Manns, Payo Grondona, Osvaldo Rodríguez, Los Curacas, Tito Fernández, "Run Run" Gilbert Fabre, Homero Caro, Ernesto Cavour, Kiko Álvarez entre muchos otros grandes cultores y pilares de la Nueva Canción Chilena. Osvaldo Rodriguez escribe en "Cantores que Reflexionan" (1984) que "... Hubo siempre muchos invitados y cualquier noche uno podía toparse con la sorpresa de la presencia de Atahualpa Yupanqui o César Isella, Poni Micharvegas, Marta Contreras o Paco Ibáñez...". Los contemporáneos cuentan que se encontraban con Mercedes Sosa, Adamo y Juliette Grecó entre la gente que venía a escuchar o "tras bambalinas" antes de salir a interpretar alguna cancioncita. Además cuentan que en 1971 debutaron en esta casona músicos como Silvio Rodríguez, Pablo Milanés y Noel Nicola.
Hay que agregar que además de albergar música y artes varias entre sus paredes, también habitaba en ella el fuego de una juventud que “soñaba con los ojos abiertos”. La peña fue, me atrevo a decir, el primero dentro de los muchos centros de reunión para estos cantautores chilenos que divulgaban la verdad de realidades conocidas y vividas por ellos o algún que otro conocido. Frente a esto último, debemos decir que la nueva Canción Chilena no es nada sin su ideología, que surgía, crecía y vivía por atrás de la música y su letra. Estos hombres y mujeres, cantautores y oyentes, se se reunían a discutir de la actualidad, de los problemas que golpeaban a la sociedad y, por sobre todo, lo que ellos sentían que pesaba sobre sus hombros.
Lo que se gestó aquí fue el uso de la música como lenguaje, como medio de expresión y difusión masiva, difusión popular. Se gestó la "Nueva Canción Chilena", ésta que Víctor Jara refleja y describe con las palabras perfectas en su canción “Manifiesto”, lo que ES y SERÁ, “(…)canto que ha sido valiente, siempre será canción nueva.”


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